La humanidad siempre tiende a soñar, a darle su responsabilidad de crear a dioses
externos, a gobernantes, a jefes de familia, tiende a depositar su esperanza en proyectos
e ideologías que lo aprisionan, que le venden un paraíso soñado a cambio de esfuerzos
indescriptibles y sacrificios inhumanos.
Esta programación de vivir esperanzados en el mañana, de no valorar el presente y no
saberlo construir y crear nos ha alejado inmensamente de nuestra divinidad, de nuestro
potencial, de nuestro poder de creación absoluto que alberga en cada poro de nuestra
piel y vive reprimido, callado, olvidado por millones de existencias.
En los inicios de la vida en la tierra habitaba un ser andrógino, super iluminado,
poderoso, espiritual, conectado al 100% a su divinidad, cocreador de mundos, de
espacios, de paisajes y sintonías que llegaban a cada rincón de Todo Lo Que Existe, este
ser provenía en conexión directa de otro ser mayormente que él, en sabiduría, en poder
y en capacidades de creación. Que por los deseos de experimentar Lo Que El Amor No Es
creó lo que conocemos como oscuridad, que dio como resultado el juego de las
polaridades que vivimos en nuestros tiempos en la tierra.
Proyecto que fue aceptado con diversos requisitos, proyecto que independientemente de lo que le ofrezca como experiencia al Ser Superior, los seres humanos hemos sufrido bastante, aunque en
realidad esta ha sido nuestra creación, nuestra decisión.
Estamos en una situación en la cual ya no podemos permitir desde nuestra conciencia y
perspectiva humana seguir siendo el vehículo de un Ser que desea experimentar lo que
cree es un sueño, pues aquí en nuestra carne se siente, se vive, se es feliz, así como se
sufre y con la desconexión y falta de memoria de nuestra divinidad ha sido demasiado
duro de experimentar.
Es pues esa una de las razones por las cuales también hemos creado historias de un
paraíso externo, de un lugar en el cual tu eres todo lo que has soñado y tienes todo por lo
que aquí has luchado y no has visto frutos, allá en ese mundo utópico no hay dualidad,
no hay muerte, sólo existe el amor, sin embargo pasan y pasan los ciclos cósmicos,
reencarna y reencarna el alma, progresa, evoluciona, aprende, sana, ama, libera, perdona
y sigue inmersa en una rueda cíclica de subidas y bajadas que en este grado ya la ha
lastimado mucho
El alma es como un niño, no tiene conocimiento de bien y mal, su percepción es íntegra,
no hay dualidad, no hay conocimiento de la diferencia entre odio y amor, pues no tiene
su conciencia polarizada, sin embargo eso no la ha librado de ser lastimada, herida,
dañada, ella almacena todo recuerdo de sus existencias, todas experiencias, desde
aquella ocasión en que fue un violador, asesino en serie, abusador hacia todo lo
contrario, en ella habitan recuerdos muy difíciles de procesar, situaciones que a ti, hoy,
en este espacio si eres conciente de ello te toca sanar, pues esa culpa, esa ira, ese odio,
ese rencor, no proviene de ti ¿Qué tanto daño pudiste haber causado en esta vida
comparado con el dolor tan grande que sientes? A ti, aquí, ahora, te toca liberar, sanar,
depurar y perdonar lo vivido y experimentado.
Porque el sanar todo aquello te librará de la facilidad de ser manipulado y sumergido en
una rueda cíclica de acciones y omisiones que no tienes porque vivir más. La rebeldía que
existe en ti es absolutamente normal, tú ya no quieres seguir viviendo las experiencias de
un ser que cree que está soñando, tienes capacidad de liberarte, tienes capacidad de que
conforme tu linaje cósmico poder elegir, poder crear, poder manifestar tu realidad, esa
que más te convenga, esa que más anhelas y todo eso es aquí, en este mundo, este es tu
mundo, de ti depende que sea mejor.
Comentarios
Publicar un comentario